Pedro se reunía con sus
antiguas amigas de la época universitaria. Tenían años sin conversar para
recordar los buenos y viejos tiempos. Pedro acudió con su joven esposa, unos
años menor que él. Julia, su amiga de años se permitió echarle bromas,
contándole a su esposa como acechaban a Pedro, pero nunca les paró banderines a
ninguna. Le preguntaron a Pedro que vio en su joven esposa. Pedro quiso ser
estúpidamente sincero, pero la pregunta era muy comprometedora. Cómo decirles
porqué escogió a su mujer y no a alguna de ellas sin tocar alguna sensibilidad,
un punto débil, un sentimiento escondido. Pedro miró a su joven esposa Era
hermosa, no podía decirles que era más bella que ellas. Volvió a fijarse en sus
amigas y recordó lo complicadas y complejas
que eran, muy intelectuales para su gusto de aquel entonces.
Pedro tuvo el argumento
perfecto, pero a pesar de ser un hombre con un amplio léxico, por la premura de
la respuesta, escogió el adjetivo inadecuado, precipitándose a decirles, porque
la había escogido a ella. “Ustedes siempre fueron muy complicadas y yo quería
una mujer simple”, dijo satisfecho de su razonamiento mediador. Todas se
quedaron mudas. Su esposa lo miró fulminándolo con la mirada. Pedro se dio
cuenta inmediatamente de la carga semántica del adjetivo utilizado, que no era
precisamente el que quería expresar, solo quería decir “sencilla”, sin complicaciones,
pero su mujer entendió “sin sal, gris, sin sabor”, jamás le perdonó ese error
semántico, porque al fin y al cabo, ella... siempre fue simplemente complicada.
ALÍ HERNÁNDEZ ABRAHAN
ALÍ HERNÁNDEZ ABRAHAN
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