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domingo, 27 de octubre de 2019

Otra Historia del Conejo de Pascua


(Cuento Infantil)


Dedicado especialmente a mis nietos: Daniela Valentina, Alondra Isabel, Sergio Alexandro y Rodrigo Andrés





El abuelito contador de cuentos es un viejito sabio, pero muy viejito, tanto así que él mismo olvidó su fecha de nacimiento.

Tenía una larga barba blanca y vestía un largo saco de lana color verde, también en su cabeza canosa utilizaba un singular sombrero anaranjado que asemejaba una zanahoria fresca.

El Abuelito aparece solo en época de Navidad, sobre todo en donde jueguen niños felices y buenos, que merecen como premio a su conducta que él les cuente está hermosa historia.

¿Cómo es posible que un conejo regale huevos, si los conejos no son gallinas?

“Bueno niños aquí les voy a contar cómo fue todo, porque el mismo Conejo de Pascua me lo contó a mí”, dijo el Abuelito con mucho entusiasmo.

“Cuando yo era apenas un niñito como ustedes, buscaba mis huevos decorados, dulces y chucherías que el Conejo de Pascua me había traído y escondido en el bello jardín de mi casa por ser un niño bueno,  que obedecía siempre a mi papá y a mi mamá, pero también le hacía mucho caso a mi maestra y profesora, porque si no lo hacía, El Conejo no me traería los ricos dulces que tanto me gustaban.

Como  en todas las vísperas a la Navidad, el día del Conejo de Pascua en mi hogar, todos esperábamos impacientes salir a nuestro verde jardín en donde habitaban muchas plantas de diferentes flores que adornaban coloridas y festivas al patio alegre de mi casa.

Bueno- continuó contando el abuelito- entré entusiasmado en búsqueda de los dulces que El Conejo de Pascua había dejado escondido entre los rincones de nuestro jardín.

 Caminaba atento a cualquier detalle que me permitiera descubrir el tesoro de los huevos decorados y brillantes que tanto me gustaban, de repente, fue grande mi sorpresa cuando se apareció El Conejo de Pascua, que siempre está invisible para que no lo agarren los niños malos, ni los perros ni los gatos que le gusten comer conejos.

Me impresioné al verlo, era un Conejo hermoso, con un pelaje totalmente blanco como la nieve, era mucho más grande que los conejos que yo había conocido, movía sus bigotes de manera constante y nerviosa, sus ojos negros e intensos transmitían paz y serenidad, de manera que me tranquilicé inmediatamente, me quedé mirándolo fijamente hasta que me empezó a hablar.

Me dijo muy cortésmente que por ser un niño que siempre me portaba bien,  obediente, hacía todas mis tareas,  buen amigo, no hablaba mal de nadie, no le gritaba a la gente y comía todos los alimentos que mi mamá me preparaba, había decidido contarme su historia. Y comenzó de esta manera:

“ Hace mucho, pero muchísimo tiempo, cuando San José y La Santísima Virgen María estaban en el pueblo de Belén, esperando en un pesebre de ovejas que el Niño Jesús naciera, El Padre Dios Celestial le  avisó a todos los animalitos que estaban cerca del pesebre,  fuesen a cuidar al Niño Dios que estaba por nacer.

Y cada animalito obediente a Papá Dios se acercó al pesebre para mostrarle a la Santísima Virgen María cuanto amaban a su bebé. Fueron llegando poco a poco, regalándole cada uno su talento.

El Ruiseñor llegó y le cantó una bella melodía con su trinar de oro, luego llegó el Gallo y le cantó su alarma madrugadora, una hermosa vaquita le trajo leche fresquita, vino la cabra montuna y le trajo el queso de su leche, así sucesivamente cada animal le daba un regalo al Niño Dios por nacer.

Todo iba bien, contentos estaban todos, hasta que apareció una serpiente, una culebra brava porque le habían quitado sus patas y tenía que arrastrarse, buscaba venganza, comiéndose al Niño Jesús.

Un conejo que estaba cerca, pero que no sabía aún que regalarle al Niño, vio que la culebra se acercaba y le dijo a la gallina que traía muchos huevos de regalo, que se los diera para tirárselos a la serpiente y así poder espantarla.

La gallina no dudó en aceptar la propuesta del conejo, y le dio todos sus huevos. El conejo los tomó y con su veloz carrera, muy rápido se acercó a la culebra y le lanzó todos los huevos en su cabeza, sin darle oportunidad que ella lo mordiera. La víbora asustada huyó espantada por la lluvia de huevos que le cayó en la cara.

Así el Conejo se convirtió en el héroe de ese día, salvando al Niño Jesús de la malvada serpiente.



Papá Dios observó todo lo que hizo el Conejo desde el cielo. Entonces lo llamó y le dijo: “Bendito eres Don Conejo, salvaste a mi Hijo de la peligrosa serpiente, por eso todos los años, hasta la eternidad, les llevarás a todos los niños y niñas del Mundo, dulces de regalo y huevos decorados, pero debo advertirte Conejito, siempre serás invisible para que no te atrapen y estés a salvo de los niños malos, solo te podrán ver los niños y niñas que se porten bien, sean  obedientes y hagan todas sus tareas. De ahora en adelante todos te llamarán Conejo de Pascua, porque aparecerás cuando la gente del Mundo comiencen a celebrar el nacimiento de mi Hijo, el Niño Jesús, y su paso por La Tierra”.

 Entonces el abuelito cuenta cuentos les dijo: "Así mis queridos niños, es por eso que El Conejo de Pascua les dejará a ustedes un regalito de dulces y hermosos huevos para que los disfruten y se acuerden siempre de ser buenos con Papá, Mamá, los hermanos, los amigos, las Maestras, profesores y abuelitos como yo, que estamos viejitos y necesitamos mucho amor”

¡Hasta el próximo cuento niñitos! ¡Ahora saben porque el Conejo de Pascua regala huevos y no es gallina! les dijo el viejito cuenta cuentos despidiéndose con una sonora carcajada desapareciendo ante sus inocentes ojos.


Autor
Alí Hernández Abrahan