“Utopía, 5.000 vidas
pasadas”…Aunque ahora somos espíritus, seres de energía lumínica del Amor
Supremo y la perfección es nuestro eterno vivir, escribo con mi mente este sentir.
.
Miles de vidas tuve
que sufrir para aprender lo que era realmente la vida, en esta dimensión
impensable tengo el privilegio de ver lo que fui, veo a los seres de carne y
hueso que me sirvieron para tal fin.
Poco nos falta a los
que vivimos aquí, llegar al último escalón de la existencia para integrarnos a
la morada final, donde la nada no existe, donde la mente deja de pensar como un
yo y se convierte en un “Uno” que nos funde con “el Origen del Todo”.
Hace 3.000 años
terrestres, que apenas son unos segundos en esta dimensión, donde nos parece
que hace solo un momento fuimos hombres y teníamos un cuerpo que nos permitía
sentir sensaciones inalcanzables en el estado espiritual. Apenas unos minutos
antes estuve casado mil veces, siempre con el deseo de entender lo opuesto a mi
esencia, conocer al amor hacia otro espíritu, hasta no comprendía que la meta
era integrarnos y ser “Uno” alguna vez, hasta el final, esta matemática del
Universo cuántico en donde 1+1:1.

Cada partícula que compone el Universo está impregnada de la
fuerza del amor. Todo fue creado desde siempre, el tiempo no existe, es solo
una concepción del Hombre para explicar su incomprensión ante las maravillas y
misterios que se le presentan. Todos los objetos creados tienen espíritu. Los
planetas son seres con espíritu, viven de acuerdo a lo dispuesto por la Gran
Ley del Amor.
El Universo se re-crea
constantemente con las mismas partículas que mutan según las vibraciones que
disponga ese Ser Supremo que todo lo mueve. “Soy el hijo de la tierra y el cielo
estrellado pero mi verdadera raza es del cielo” frase de un antiguo texto de la
sabiduría griega, o cuando Heráclito decía “Ni aún recorriendo todo camino
llegarás a encontrar los límites del alma, tan profunda y vasta es”. La
conciencia es el núcleo espiritual del alma, Max Plank, físico cuántico la
consideraba como algo fundamental de donde se deriva la materia, todo lo que
existe lo postula la conciencia. “Pienso, luego existo” como dijo Descartes. En
otras palabras la mente, lo que pensamos es la responsable de lo que vemos.
Y para terminar en mi
reflexión sobre lo aprendido esas mil vidas recuerdo también lo que dijo el
famoso neurofisiólogo Sir Jhon C. Eccles “Debemos reconocer que somos seres
espirituales con almas que existen en un mundo espiritual, así como seres
materiales con cuerpos y cerebros que existen en un mundo material”.
En esta existencia
etérea, de este lugar llamado Utopía, donde somos amados y queridos de manera
inmensurable, donde nos sentimos parte irremplazable del Todo, y a la vez
inseparables, no hay miedo, no hay temores, somos parte del UNO, del
Omnisciente, somos indudablemente dioses.
Esta carta es testimonio de mi aprendizaje de ese viaje que
estoy a punto de culminar, reencontrándome definitivamente con mi gran amor…!
¡Tiberio! – se oyó el
grito autoritario que hizo eco en los refinados oídos del viejo escritor,
interrumpiendo su trance meditabundo al terminar el último capítulo de su
última novela.
Tiberio dejó su pluma
sobre el amarillento cuaderno donde realizaba sus borradores con desánimo. Se
levantó pausadamente, caminó algunos pasos tratando de pensar en lo que quería
su esposa, contestándole con su ruidosa voz, alzándola a los decibeles
adecuados para que su mujer lo oyera- ¿Qué quieres mi amor? – terminó de gritar
en espera de la respuesta de su amada esposa.
-¡Vienes a la cama o
me pongo a ver televisión! Contestó con voz ansiosa y agitada. El viejo
escritor Tiberio Pérez, asomó tímidamente
su cabeza para atisbar la escena que lo esperaba, viendo a su mujer con rollos
en la cabeza y unas máscara de color indefinido que le formaba la crema mágica
que la embellecería algún día, cuando su problema óptico se agravara, y no
pudiera apreciar en su espejo los surcos que poblaban sus mejillas que
describían sus años bien vividos.
Tiberio, se escondió
tras el marco de la puerta, sonrió con una mueca de satisfacción, mientras
pensaba-“Cuánto me falta para aprender esa complicada matemática cuántica, UNO
MÁS UNO ES IGUAL A UNO”
ALÍ
HERNÁNDEZ ABRAHAN
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