
Bajó los tres escalones pausadamente, como si quisiera contar los pasos que lo llevarían hacia el sofá, acercó una silla tejida de mimbre con ratán y se sentó frente a ellos: A ver ¿que fue lo que vieron ustedes?, preguntó con el ceño fruncido y labios apretados para no proferir ningún tipo de ruido que lo impidiera escuchar atentamente lo que su familia le iba a contar. A continuación los hijos y su mujer abundaron en detalles sobre el hecho ocurrido, al terminar de oírlos exclamó:- !Imposible¡ ! Imposible¡ Ustedes están viendo visiones, jamás creería en algo semejante y tan fantástico.-
-Por favor papí, créenos-, un mounstruo horrible sin cabeza se paseaba por la casa.-
-Sí mi amor no son inventos nuestros, !te lo juro¡ yo los ví- le decía angustiada su adorada esposa.
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Tendré que verlo yo mismo- dijo a manera de sentencia- de otra forma tendré que creer que mi familia se está volviendo loca...loca sin remedio- terminaba de hablar mientras caminaba hacia su habitación. Pasaron varios días y no pasó nada extraño en la casa delos Díaz. Aleta y Arturo sobrellevaron muy bien la experiencia, y...cuando ya casi no se acordaban de la misma, sucedió en una noche calurosa marabina, que los objetos de la casa parecían que habían cobrado vida, los platos, ceniceros, floreros, etc. volaban por el aire como si una mano invisible los llevara de un lado a otro. Los niños observaban atónitos aquel fenómeno, pero extrañamente no los embargaba el miedo, al contrario disfrutaban de aquel espectáculo sobrenatural con la mayor naturalidad.

La Sra, Patricia que en ese momento se encontraba cocinando, también observaba con extraña calma como los cuchillos, cucharas y trapos sobrevolaban la espaciosa cocina dibujando circulos invisibles y danzando con una armonía asombrosa alrrededor de la mesa del comedor. de repente todos los objetos volvieron a su sitio de partida. La Sra, corrió hasta donde estaban sus hijos y los encontró riéndose de lo que habían visto hacía unos minutos._ Ahora ¿cómo se lo contaremos a papi? dijeron al unísono los pequeñuelos a su madre que también sonreía al pensar en la cara de su marido.
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