
Terminado mi ciclo de meditaciones con mi grupo primogénito, me dediqué a mis asuntos universitarios y mercantiles; en las noches, para no perder el hábito, cuando llegaba a mi casa, comenzaba a meditar solo. No sentía impulsos de hablar ni nada que se le pareciera. Solo que acudían a mi mente imágenes y pensamientos entremezclados que entendía o creía entender. La cuestión es que no eran palabras sino pensamientos lo que recibía. No sé si logro explicarme.
Cada 15 días acudía a las reuniones de los grupos y allí me encontraba con mi amigo Victoriano, que acudía con toda su familia, esposa e hijos a esas reuniones. Victoriano era un hombre que irradiaba simpatía y bondad por los cuatro costados, era un hombre corpulento de buen aspecto, un poco pasado de peso. Cuidaba su imagen, pues era un vendedor nato, sabía convencer a sus clientes sin ningún problema, era muy apreciado por todos los que acudíamos a las reuniones. Ese magnetismo y su discurso motivador lo fue volviendo líder de casi todas las personas que lo iban siguiendo por tener fe en su honestidad y en su lenguaje sencillo y comprensible, su mensaje llegaba a todos de forma clara y diáfana.
El gupo de Victoriano era el famoso círculo de meditación "ATLAS", cuyo vehículo o medium era un joven alto y flaco de aspecto extrañamente atractivo, por que tenía ciertos ademanes aristocráticos que se contradecían con su lenguaje suburbano, que trataba de disimular utilizando palabras o frases típicas de los comics o historietas . ¿Cáspita? ¿recorchólis? y otras que en este momento no llegan a mi memoria. Eduard era su nombre, y no sé exactamente como llegó a involucrarse con la familia de Victoriano, pues la historia no me la dijo Victoriano sino que me llegó por otras fuentes, por lo que no puedo dar fe de su veracidad. Aparentemente Eduard trabajaba en una tapiceria para vehículos y le había hecho algunos trabajos a Victoriano por la naturaleza de sus negocios. Esa relación comercial fue creciendo a través de esos contactos contínuos en los cuales comenzaron a hablar sobre ovnis y demás yerbas. Eduard le dijo a Victoriano que él meditaba y lograba tener contacto con un alienígena que comandaba una "nave" y que tenía una misión muy importante para el Planeta Tierra. Aparentemente Eduard tenía habilidades para sugestionar a las personas quienes rápidamente caían seducidas por ese extraño encanto de su forma de hablar.
Eduard fue tomando fama poco a poco pues los "mensajes" que el capitán de la "nave" le enviaban eran muy importantes para el futuro de la humanidad. Muchísima gente se fue incorporando a la medida que los cuentos se iban expandiendo por la ciudad. No quiero ni contarles los personajes de nuestra ciudad que se incluyeron en estos avatares.
Nunca lo oí personalmente cuando dictaba estos mensajes, así que no puedo opinar mucho al respecto. El asunto empezó a tornarse un poco extraño, Eduard ya no solo emitía mensajes sino que através de él hasta operaba a las personas. El caso es que la esposa de Victoriano se enfermó
aparentemente y no conseguía como aliviar su dolor localizado en el vientre. Entonces, Eduard dijo que él podía operarla y que iba a utilizar una técnica dimensional para extraerle lo que le causaba el dolor a su esposa, que desde ahora llamaremos Janeth. Victoriano totalmente confiado levó a su esposa a un lugar apartado vía Carora, como a las 11 de la noche, a un sitio cerca de una roca gigantesca que se visualizaba desde la carretera. La noche era de luna llena y el paisaje desértico era visible observándose claramente hasta las sombras de los cactus típicos de esa zona. Esto me lo contó el propio Victoriano.
Se suponía que Eduard operaría a Janeth el sólo sin la presencia de testigos, pues esa eran las instrucciones estrictas del alienígena. Los dos se alejaron hasta desaparecer detrás de la roca, Victoriano estaba nervioso, a pesar de la fe ciega que le tenía a Eduard y a su supuesto capitán de nave. Como a los 20 minutos salieron tras la gran piedra Eduard y Janeth, caminando juntos un poco sudorosos, él con un bojote de tela o gaza empapado en sangre y en su interior una víscera marrón maloliente de forma indescriptible, Janeth se agarraba el abdomen y cuando llegó se alzó su blusa hasta por encima del ombligo para enseñarle a Victoriano un leve rasguño cubierto como con merthiolate rojo. Victoriano lloró de la emoción e instó a su mujer que echara el cuento con lujo de detalles. Tanto Eduard como ella les dijeron a todos los que estaban presentes como sintieron la presencia del extraterrestre y cómo Eduard casi se transformaba en él mismo cuando se inició la operación. Ambos le decían a Victoriano lo grandioso que fue la operación, !No oíste una especie de silbido agudo¡ Victoriano emocionado asentía con su gran cabeza en forma contínua y con cara de asombro. !Milagro¡ gritó. Por fin te curaron mija... y salió abrazando a su amada Janeth. Esta hazaña de Eduard voló más rápida que una bala, perforando la credulidad de muchos que estaban ansiosos por creer.
Quise relatarles esto antes de contarles sobre mi viaje a Caracas para la casa de Hugo Blanco.."Moliendo café", pues tenían que saberlo para ir comprendiendo todo....
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