

Desde pequeño siempre me gustó contar historias imaginarias, escribía "novelillas" de vaquero en una máquina de escribir de juguete, pero que realmente servía,la misma me fue adiestrando poco a poco en el arte de la redacción, arte que dicho sea de paso uno no deja de aprender y desarrollar; aquella pequeña maquinilla era de color anaranjado y me la había traído el niño Jesús, no me acuerdo si realmente la pedí o fue que "el niño Jesús" encontró una oferta mejor que el regalo que deseaba. No sé si a ustedes les pasó, pero en muchas navidades,las sorpresas que san Nicolás nos brindaba fueron siempre insólitas. Me acuerdo de una Navidad en la cual mi hermano menor Gustavo, que tendría como 5 años, le escribió al niño Jesús pidiéndole un Pony, mi hermanito desde pequeño siempre ha sido un gran aficionado a los caballos y al arte ecuestre, yo había pedido un "equipo" completo para ser vaquero, nos acostamos esa nochebuena pensando en aquellos maravillosos regalos que el niño nos traería por ser "niños buenos". En la mañanita, apenas el frío decembrino de Caracas se disipaba y el sol comenzaba a vestir de dorados reflejos la sala, calentando a el gran árbol de navidad que aún inundaba con su perfume de pino natural aquel salón de la casa, mi hermanito y yo nos acercamos sigilosamente al sitio mágico que era el regazo del árbol navideño, muchos paquetes envueltos en papel con símbolos de la fiesta pascual, ávidos de curiosidad empezamos a buscar los que tenían nuestros nombres, y al hacerlo comencé a sentir un olor extraño que me hacía recordar a ciertos sitios del zoológico, entre los paquetes se encotraban unos "cagajones" de caballo, es decir, estiércol, no tan frescos, pero sí olorosos, mi hermanito y yo nos quedamos sorprendidos sin saber a que se debía la presencia de los excrementos de equino en la sala de nuestra casa, al momento llegó mi papá quien seguramente se despertó con el alboroto que teníamos mi hermano y yo. Se acercó hacia nosotros y nos besó, después como buscando los regalos hizo un gesto de asombro y expresando su sorpresa nos dijo: !Miren aquí estuvo el Pony que pidió Gustavo! Aquí está la prueba , señalando los "cagajones", mi hermanito lo miró desconsolado, lloró porque su pony se había ido, pero mi papá como por arte de magia sacó detrás del arbol un caballo de juguete de esos en los que los niños se montaban y como estaban sujetos con resortes, estos hacían que el caballo brincara en la medida que el niño lo hiciera, la carita de Gustavo cambió totalmente, la magia de la Navidad y la "astucia" de mi padre habían logrado el milagro, el pony se había convertido en caballito cabalgón de resorte y de latón. Bueno, en cambio mi equipo de vaquero no apareció, pero sí un equipo para hacer ejercicios, con pesas, resortes y demás aparatos para desarrollar músculos, estos accesorios me acompañaron durante toda mi vida adolescente, conservando mi cuerpo de alfeñique, delgado pero fuerte.
Ahora, este episodio quedará escrito, es un relato sencillo sobre algo divino como es la navidad, por eso quiero escribir, quiero plasmar mis recuerdos, mis experiencias como docente y mis vivencias en busca de respuestas a tantas preguntas que todos nos hacemos en un momento de nuestras vidas.
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