Y
la hoja era fresca… Pero… ¿era tierna?,
Se
hundía…pero resistía, sólo la brisa le daba vida,
Entonces
la flor perfumaba y su aroma se extinguía.
¿Era
el Sol acaso?
Era
la vida y la razón,
Y
yo… no las distinguía.
Era
el viento solitario y errante
Que
me esquivó para no contaminarse,
Y
la luz fue franca y me dijo…¿Eres tú?
Y
fue tan terco como la lágrima última
Que
era la cima de mi creencia.
El
tiempo era transparente,
Pero
lo palpaba,
Porque
si estaba no me embriagaba,
Puede
ser que fuera infinito,
Pero
yo… no lo comprendía.
Ahí permanecía y yo lo dejaba
Se
escapaba impaciente,
Y
yo… la deseaba,
Solo
era la cruz que a mis espaldas se hendía,
Y
yo… me impresionaba.
Y
yo… las amaba,
Una
era cruel y me sumergía
En
la cruda razón de la vida,
Y
la otra me satisfacía, como la delirante poesía
Que
me envolvía en mis claros días
Y
me alejaba del destino más oscuro y recóndito
De
mi espíritu turbado con su simple fantasía,
Pero
la realidad era esa
Y
yo… solo la lloraba.
Tú
eres aquello que está en él.
Y
el verano era cálido pero simple,
Como
aquella delicada sonrisa,
Y
los ojos lo decían todo.
¿Era
esa mi causa?
Pero
mi tristeza era alta,
Tanto
como el miedo a no saber
Si
era el capullo dorado de mis ilusiones
Que
prendía fascinante
De
la sombra materna que cubría
Celoso
todo mi ser.
Alí
Hernández Abrahan (1973)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Estimado lector, tu comentario siempre es bien recibido. Las opiniones emanadas son importantes para quienes escribimos, además de resultar un aliciente para este trabajo que disfrutamos en ofrecerles. Gracias .